Espíritu de colaboración
La colaboración jugó un rol vital en el desarrollo de la escena de arte callejero de Buenos Aires. Incluso en una época anterior a la explosión del graffiti que siguió la crisis del 2001, los grafiteros de los años 90 se unían en equipos para intervenir calles y trenes. Este espíritu perduró gracias a la actitud de los artistas locales quienes privilegian el amor por lo que hacen y las ganas de compartirlo con los demás, por sobre cuestiones de competitividad y exclusividad. Un claro ejemplo de ésto son los Colectivos de artistas que se desarrollaron muy tempranamente en Buenos Aires, como DOMA y FASE, quienes basan su identidad y la enriquecen con la sinergia alcanzada al unir esfuerzos.
Este sentido de comunidad abierta y espíritu colaborativo puede verse en murales alrededor de la ciudad. Por muchos años la plaza en Córdoba y Bonpland ha sido un clarísimo ejemplo del trabajo en conjunto de grafiteros pertenecientes a distintos colectivos de artistas como Tec de FASE, Chu de DOMA y rundontwalk. Con su reparto de simpáticos personajes creados a partir de distintas técnicas, los artistas amalgamaron sus estilos inventando un mundo común a sus criaturas adorables que adornaron la plaza por años.
Mezclar estilos parece nunca haber sido un problema en Buenos Aires y la mayoría de los artistas están más que contentos de compartir pared con otros talentos de estilos totalmente diferentes. La combinación Nerf y Pum Pum es un excelente ejemplo de esta dinámica: Nerf es conocido por su increíble habilidad con el aerosol y sus inigualables cubos en 3D. Pum Pum por el contrario, proviene del diseño gráfico y la ilustración, trabaja casi exclusivamente con látex, usa pinceles y rodillos y sus piezas son en 2D, muy femeninas y adorables. Otros artistas pensarían dos veces antes de trabajar juntos pero Nerf y Pum Pum han funcionado muy bien como dupla creando murales inigualables.
Los grafiteros porteños probaron ser cálidos anfitriones al recibir visitas de colegas internacionales que llegan al país pincel en mano. Los artistas porteños ven en este hecho una oportunidad única de desarrollar trabajos en conjunto aprendiendo nuevas técnicas, compartiendo trucos y cultivando amistades. Cuando el artista canadiense Other llegó a Buenos Aires a pasar varios meses fue bienvenido por Jaz y Ever, entre otros. Los argentinos le mostraron la ciudad, compartieron anécdotas y colaboraron en varios trabajos donde Other pudo experimentar la libertad que gozan los grafiteros de Buenos Aires, lo completamente opuesto al ambiente de su Toronto natal.
El espíritu colaborativo de la escena urbana de Buenos Aires es uno de sus rasgos más característicos, especialmente dada la competitividad inherente del ámbito artístico y grafitero internacional. Siendo una de las ciudades del mundo más accesibles para pintar, la colaboración dio origen a material único, producto de las más variadas influencias y un singular deseo de colaborar.
(Melissa Foss)